Mucho se ha
discutido en los últimos años acerca de la INTERNET como espacio para la
difusión cultural, puesto que en ella –por bien o por mal- podemos intercambiar
archivos digitalizados de películas, discos y/o audios, entre otro inmenso
material. Debo reconocer que mi posición sobre este tipo de material es más
bien positiva. Leí, gracias al trabajo inmenso de gente de la red, la Torre Oscura V, VI y VII, dos años antes
de que llegara a Colombia una traducción oficial. De la misma manera hice
recientemente con Danza de dragones,
que en mi país llego hace cerca de tres semanas a las librerías. Llegué a la
lectura y visionado digital, no por ahorrarme dinero sino por la necesidad de
tener una mirada cultural más amplia que la que me ofrecen los canales
oficiales – si alguien tiene algo que objetar le pido que mire la cartelera de
cine ofrecida por cinecolombia en Cali o que visite una Librería Nacional. En
el mismo orden de ideas me opongo al ACTA y a SOPA, y cerré mi cuenta de Facebook cuando cerraron Megaupload.
Sin embargo
también he de reconocer que este fanatismo me impidió ver otro lado del
intercambio ilegal que hace mucho daño a la cultura. Empezaré mencionando que una
de las cosas de la red que más me gustan es el gran trabajo gratuito y
cooperativo que existe alrededor de la difusión cultural, e incidentes como el
de los fakes de Harry Potter han sido
para mí los menos. Con todo esto hay otra realidad que no se puede desconocer y
es que muchos se lucran de este denodado esfuerzo, y se lucran a costa de
quienes no tienen acceso a un buen nivel educativo y/o cultural.
La historia
me la contó una maestra de un municipio del Valle del Cauca, Florida. Se trata
de un pueblo conservador, que dista de Cali cerca de una hora y media. Si mal
no estoy el 90% de sus instituciones educativas son públicas con todo lo que
conlleva en un país donde los docentes del sector oficial son mal pagos y realizan
todos con las uñas. Es en este ambiente donde los docentes hacen todos con las
uñas y en muchos casos logran cosas espectaculares con recursos nimios. Lo de
los libros, lo de los libros es otra cosa. A pesar del esfuerzo realizado, en
muchas instituciones el espacio de la Biblioteca Escolar no existe o es
considerado como banco o, simplemente, es un chiste, un remedo de centro de
documentación. De la misma manera, la figura del bibliotecario escolar se
delega en un docente que nunca tiene tiempo, así que los libros suelen yacer
bajo capas de polvo. Con todo, los docentes de lenguaje aún piden libros,
buscando que los alumnos tengan acceso a la literatura universal. Así que piden
libros como Crónica de una muerte
anunciada, por poner un solo ejemplo, y hablan sobre él y Gabriel García Márquez
–en un país con un solo Premio Nobel su lectura es obligada- y lo que ha
significado su obra a nivel local y mundial y las maravillas del realismo
mágico. En clase los muchachos participan y actúan y ponen cara de confusión
cuando se trata de ciertos pasajes, mientras otros contestan afirmativamente.
Desde su privilegiado lugar, la docente ve que todos tienen el libro de rigor,
algunos más gruesos, otros más delgados, en todos la misma impresión desvaída
de la caratula. La docente sabe que se tratan de libros piratas, que no pagan
derechos de autor, pero al fin y al cabo, no nos podemos mentir, es lo que hay.
A la hora
de evaluar comienzan los fracasos, algunos responden las preguntas –realizadas con
libro en mano-, pero otro sector parece que no hubieran pasado nunca por ese
pasaje sobre el que se evalúa; el mismo pasaje visto en clase y comentado. El
docente confundido indaga, pide a un alumno su libro, luego a otro y luego a un
tercero. Descubre entonces que sólo entre los tres hacen un solo libro. Es
decir, ni siquiera tienen un libro, tienen fragmentos del libro; lo que leen
como una historia completa, que juzgan sin principio ni final, sin pies ni
cabeza, es en realidad eso. No es la falla de un escritor ni un docente que no
sabe llegar a esos lectores, es que lo que tienen en sus manos no es un libro,
es un aborto, una atrocidad inmunda, que los aleja de Gabriel García Márquez
y/o de cualquier otro autor con el que se hayan topado.
Muchos han
querido ver en la publicación de libros pirata una suerte de romanticismo
tardío, en la única fuente de acceso a las letras que tiene el ciudadano de a
pie. Sin embargo la realidad bien puede ser otra. Muchos de los libros ofrecidos en las calles
bien pueden ser fakes o resúmenes o
simplemente otra cosa, como en el caso de esta Crónica de una muerte anunciada.
Qué nos
queda entonces si nos debatimos entre una pobre distribución de libros, el
desconocimiento y el poco acceso al mercado digital, sólo pedirle a los piratas
un poco más de ética en su trabajo. No en vano somos el país del sagrado
corazón…
(Imágen tomada de: http://letrasv.blogspot.com/2010/04/mexico-no-lee-y-los-libros-pirata.html 05/09/2012)
Gracias.
ResponderEliminarUn artículo de opinión para complementar la mirada, la lectura y la discusión sobre el tema.
ResponderEliminarhttp://www.mineducacion.gov.co/observatorio/1722/article-284815.html