Autor e ilustrador: Anthony Browne
Editorial: Fondo de Cultura Económica.
Recomendado para: Lectores en marcha
Libro ilustrado
Recuerdo haber conocido King Kong en mi adolescencia primero por medio de la película (mi
madre recuerda que cada vez que me la encontraba en televisión cambiaba de
canal) y luego por la colección de Best Sellers de editorial Oveja
negra. Aunque debo reconocer que en
aquella época no sabía nada de la costumbre norteamericana de novelizar los
guiones. De hecho el origen de King Kong
es para mí todo un misterio. Aparte del hecho de mi terror ante la versión
audiovisual, recuerdo haberme devorado en varias oportunidades el libro,
impresionado por todos los avatares que enfrenta la bestia para encontrar a la
bella.
Esa fascinación la recuperé al ver la nueva
adaptación cinematográfica de Peter Jackson, y luego al encontrarme con la
versión ilustrada que realiza Anthony Browne. De hecho dada la afición -obsesión
sería más acertado decir- de Browne con los simios, era curioso que no lo
hubiese hecho antes. El resultado, un soberbio trabajo artístico en que el
autor no deja atrás ninguno de los grandes momentos y enfrentamientos del simio
en pro de proteger a Ann, ni ninguna de las situaciones que enfrenta el gigantesco
simio en esa Nueva York de mediados del siglo XX.
Sin embargo mi interés en este libro en
particular nació de la última visita que Alejandro tuvo, de la mano de
Elizabeth, a la Biblioteca Departamental. A Alejandro le ha gustado Browne
desde una ocasión en que Elizabeth y yo nos pusimos en la tarea de mostrarle la
increíble cantidad de detalles y juegos gráficos presentes en las ilustraciones
del autor. Así que cuando encontró a King Kong a mano no se lo pensó dos veces.
La elección, a pesar de todo lo anterior no
dejó de ser extraña. Dentro de la misma producción de Browne, se trata de un
trabajo extraño. Sus dibujos son más adultos y su trabajo de más amplio vuelo.
Elizabeth misma pensó que el libro iba a ser abandonado, quizás después de
algunos minutos. Se equivocó. Alejandro escuchó embelesado una palabra tras
otra desde el Había una vez… hasta Fue la Bella, la belleza, quien mató a la
bestia. 40 minutos de escucha atenta, con sólo una interrupción para ir al
baño.
Hay en King
Kong elementos edípicos muy fuertes. La triada, bestia humanos y la
inevitable caída final son elementos de fuerte trascendencia psicológica.
Claro, esas cosas también cuentan. Más cuando un niño se acerca a los cinco
años de edad. Sin embargo la actitud y atención de Alejandro, quien también adora
ver a Phineas y Ferb en la televisión y a quien si le dejan un computador a
mano puede quedarse jugando en él dos o tres horas, no deja de ser
sorprendente.
Por supuesto hay elementos que hacen que la
lectura y las fuerzas de las ilustraciones no sean aterrorizadoras como las
formas redondeadas y blandas en King Kong
o el uso de colores ocres y tenues. Sin embargo aún eso no disminuye el rostro
triste y desmadejado del simio cuando ha sido herido ya en múltiples
oportunidades y con la mirada se está despidiendo de Ann o el rostro cansino y
desesperanzado de Denham mientras pronuncia esa famosa última frase.
Los elementos gráficos, sumados a los
narrativos, hacen de King Kong un
libro a tener en cuenta para los mediadores de lectura.
¡Qué buen texto! A mí también me fascina King Kon aunque sea una historia tan triste.
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