Una visita.

Leí Vampyr hace casi un año. Me deje llenar la cabeza de imágenes que evocaban una europa decimonónica y aunque lo consideré como otro libro sobre vampiros (uno más que en ese momento decoraban-miento como un bellaco al hablar en pasado- las estanterías de las librerías del país) admiré su estilo y su valentía de retornar a la imagen del vampiro clásico, tan malo como Caín, surcando una Europa supersticiosa y elegante.

Mi sorpresa estaba aumentada al darme cuenta que la escritora era una joven colombiana –caleña para más señas- que se había sumergido en la factura de su primera novela durante cuatro meses, durante los cuales durmió entre cuatro y cinco horas diarias. Claro, labores de parto, labor de escritor.

Por cosas de la vida, Carolina Andujar visitó en Halloween – al menos para el calendario escolar- las instalaciones de la biblioteca escolar donde laboro. Llegó vestida de negro de pies a cabeza, estuvo simpática, fue amable –no le gustó mi propuesta de fotografía mordiéndonos los cuellos-, leyó un poema incluido en el libro, respondió a los niños –uno de los cuales apareció, de 9 años, emocionadísimo cuando ya ella había terminado su presentación lo cual no impidió que le dedicará unas palabras. En fin, se dedicó a realizar esas actividades que las editoriales de ahora le cargan a todo autor nuevo. Debo señalar que lo hizo con gusto.

Si me he demorado tanto en describir la vista de una escritora a una biblioteca escolar es porque se trata de una de las acciones de promoción de lectura más eficaces que se puedan realizar. Es una suerte de posibilidad de tener un universo perfectamente planeado y luego decirle a los lectores, este fue el dios que lo hizo posible todo. Sin embargo hay escritores y escritores. Un mes antes de la visita de Andujar nos visitó la autora de un reconocidísimo libro infantil que debe mucho al Lazarillo de Tormes y creo que al periquillo, que se mostró parca y displicente y con menos carisma que un limón seco, llegando incluso a no comentar libros infantiles que no pertenecieran a su editorial (Lo gracioso es que tampoco fue capaz de señalar libros infantiles que pertenecieran a su casa editorial). Por supuesto no se le pueden pedir peras al olmo. Así que una de las recomendaciones que me atrevería a hacer este tipo de visitas, es asegurarse en lo posible del carisma del escritor a invitar, ante todo si se trata de libros infantiles. Una persona cálida –Andujar lo fue- puede abrir toda una bitácora de viajes maravillosos para quienes interactúan con ella.

P.D. Espero sepan disculpar la calidad del video. aquí tenemos a Carolina andujar leyendo el poema que les comenté. Un poema burlesco precioso.

Comentarios

  1. Me encanta el registro del encuentro con la autora porque resalta la importancia de estos espacios para la promoción de la lectura; pero, aún más importante es el hecho de percibir el impacto que causó el carisma de Carolina en Diego ¿Se imaginan cuántas ideas y emociones rondaron por la cabeza de los niños y jóvenes?

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