Lectura en el aula

En el campo de la promoción de lectura como en cualquier otra disciplina es sencillo caer en la rutina y en lo fácil. En el aula de clase esto puede ser un factor determinante. No es suficiente la lectura en voz alta y la lectura silenciosa sostenida. Ni tan siquiera cuando los grupos son buenos y ya hay propensión la lectura. Al igual que nosotros, los lectores en formación, no siempre están dispuestos a leer lo mismo ni con la misma seriedad. Se hace entonces necesario tener un arsenal de intervenciones posibles que dinamicen y que hagan más pertinente el objetivo de la lectura, sobre todo cuando es en el aula de clase.

Por supuesto se necesitan diversos materiales a nuestra disposición. Ante todo la mayor variedad de material textual cerca de nosotros. Esto hace casi imprescindible una biblioteca de aula con textos que vayan desde las revistas hasta libros técnicos e investigativos, pasando por obras literarias, historietas y novelas gráficas entre otro tipo de material. Un buen diccionario, aún en esta época de internet, no es despreciable.

El conocimiento de nuestro grupo es crucial para lograr nuestros objetivos. Es necesario saber de sus virtudes, inclinaciones, aversiones y defectos. El conocimiento de la dinámica grupal hará más efectivo y asertivo cualquier tipo de intervención que decidamos hacer.

Flexibilidad. Este es quizás uno de los temas más difíciles de manejar. Por un lado, el establecimiento de rutinas es necesario en la formación de la personalidad de alumnos de escuela primaria y secundaria, en tanto que otro tipo de lector en formación la necesita para poder compartimentar su tiempo de una manera más efectiva. Empero, quienes tenemos un hábito lector entendemos que todo tiempo de lectura es robado. ¿Cómo hacer coincidir entonces las prácticas letradas vernáculas y dominantes?, ¿cómo enseñar pasión en un ambiente que ha de ser cuidadosamente controlado para lograr los mejores resultados?, ¿hasta qué punto la improvisación es un recurso enteramente valido? La respuesta se halla en la organización y la sobreplaneación. Estos recursos los entrega un ejercicio constante de la labor docente y/o de promoción de lectura en el aula, al tiempo que navegar de manera constante en estado de alerta a lo largo de los años. Ningún grupo es igual a otro, de la misma manera en que ningún libro es igual a otro.

No hay respuestas totales por supuesto. Este es un tiempo de aprendizaje. Lo gracioso es que mis alumnos sospechan que los únicos que tienen que aprender son ellos.

Comentarios

  1. Muy buena explicación: concisa y clara. Admiro a los bibliotecarios de bibliotecas escolares. Tienen que tener mucha energía para asumir esta función. No es para nada fácil estar con niños o adolescentes. Pero a su vez debe ser muy enriquecedor como tú dices.

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