El promotor de lectura como lector.

Hace algunos años en un taller con Luis Bernardo Yepes se realizó una selección de los libros imprescindibles en la promoción de lectura infantil y juvenil. Esta selección estaba integrada por libros como Trucas, Los misterios del señor Burdick, La peor señora del mundo, Historia de un gato asesino, Donde viven los monstruos, Cuentos en verso para niños perversos, Buenas noches gorilas, El camaleón camaleónico y quizás una docena de títulos más que no recuerdo en este momento. A su vez, con el tiempo, he ido añadiendo a la lista mi propio Pequeño Teatro de la Crueldad conforme mis propios intereses y obsesiones. Sin embargo he podido observar como muchas veces los mismos títulos en diversas presentaciones, con diversos objetivos, mediados por varias personas, comienzan a repetirse una y otra y otra vez.
Es cierto que existen algunos libros imprescindibles tanto por su calidad literaria como por la relevancia que tienen las temáticas manejadas. No es menos cierto sin embargo que el mundo de la literatura infantil y juvenil no se puede restringir a medio centenar de títulos y unas cuantas editoriales. Una de las obligaciones de todo promotor de lectura con sentido de responsabilidad y respeto hacia lo que hace y con quienes trabaja, es estar al día tanto de las novedades editoriales como esas singulares publicaciones que a veces se pueden hallar en las bibliotecas o en las librerías de viejo o en colecciones digitales como http://www.odisea2008.com/  
Ser promotor de lectura no se trata de la aplicación de un conjunto de técnicas o una disciplina dedicada a la divulgación de la lectura como un derecho, siguiendo la idea de Emilia Ferreiro; se trata de un estilo de vida que exige una dedicación de tiempo completo. Es difícil ser promotor de lectura en ciertos horarios o en determinadas jornadas. El promotor de lectura ha necesariamente de tener el germen de la lectura incubado, recorriendo su sangre, infestando su corazón y contaminando a otros a través de cada una de sus palabras. Por eso tampoco puede asumirse una posición pasiva en donde se replique lo que otros colegas han hecho o plantean teóricamente.
Leer no como disciplina, leer como necesidad, como estilo de vida, sin esos ingredientes no se es promotor de lectura.

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