COMO ELEGIR BUENOS LIBROS PARA NUESTROS NIÑOS III

2. EL DISEÑO: Ilustración y organización espacial.

La ilustración es, por obvias razones, una de las características que más pesa a la hora de elegir un libro. Sin embargo es muy fácil caer en la trampa de lo conocido. Cuando nos referimos es este caso a lo conocido nos referimos a lo más promocionado, a lo producido en masa y que genera, más temprano que tarde, en mero merchandising.




Si comparamos las dos portadas arriba presentadas, la mayor parte de las personas se inclinarán por la portada de arriba por dos razones. La primera de ellas es que Disney ha sabido mantener una estrategia de mercado y de vigencia entre las personas tanto a nivel conciente como inconciente. La familiaridad es la otra, los padres de hoy crecieron con Disney y su cadena de pensamiento lógico apunta a Disney como la mejor elección.

Sin embargo hay una diferencia radical entre los dos libros. En el libro de Disney existe una marca no un autor. Esta característica nos indica claramente que “El Huerto de Donald” es un producto comercial antes que literario. En este caso la publicación ni siquiera es un producto comercial literario original sino que es secundario a los dibujos animados.

Los productos comerciales (sean de Disney, Hasbro, Barney ó Warner Brothers) tienden a ser estandarizados. Las ilustraciones son por lo general iguales, trazos gruesos delimitantes, colores planos sin profundidad, ninguna variación en técnicas pictóricas, el dibujo suele terminarse en un marco de color que desaparece de un momento a otro en la página sin nada que lo delimite. La estandarización, por supuesto, también se asume en el uso del lenguaje. Existe poco vocabulario nuevo porque es más comercial que grupos de cualquier edad puedan adquirir el producto sin sentirse excluidos.

Si comparamos la ilustración de la portada de la derecha con la siguiente imagen nos daremos cuentas de varias diferencias:


Imagen tomada del libro “Tu Grande, Yo Pequeño”

de Gregoire Solotareff. Publicado por la editorial Corimbó.



La ilustración en este caso da cuenta de una técnica pictórica, cuenta con varios matices de color, existe una “caja” de ilustración (dicho de otra forma, la ilustración está claramente delimitada) y una “caja” tipográfica separadas (aunque no se ve en el extremo inferior izquierdo se lee: “Érase una vez un elefantito”. A pesar de los pocos colores que se están utilizando en la ilustración ésta es lo suficientemente sugerente. La ilustración aquí no está sólo mostrándonos lo que nos afirma el texto, nos está brindando información adicional, permitiendo al lector participar de una manera más activa.

Observemos a continuación dos ilustraciones:


Página del libro: “Barney va al dentista” de Linda Cress Dowdy.

Fotografías de Dennis Full. Publicado por Editorial Norma.



Página del Libro: “El Libro Triste” de Michael Rosen.

Ilustraciones de Quentin Blake. Publicado por Ediciones Serres.



La imagen superior es una fotografía en cuyo lateral izquierdo, interviniendo de manera clara la fotografía, se haya la caja tipográfica. Aunque la fotografía es valida como forma artística y de ilustración (veremos un ejemplo más adelante) en este caso es evidente su uso como extensor del medio audiovisual en que la idea fue plasmada originalmente.

En la imagen inferior encontramos la ilustración de un libro que habla sobre la tristeza. Se puede observar un trazo discontinuo, tembloroso y frágil (sello del artista muy adecuado para el tema del libro: la tristeza) que acompaña incluso el cierre de la “caja” de ilustración.

Por supuesto no todos los libros ilustrados manejan el esquema de división entre la “caja” de ilustración y la “caja” tipográfica. A manera de ejemplo tenemos las siguientes ilustraciones:


Página del Libro “22 Huérfanos” de Tjibbe Veldkamp.

Ilustrado por Phillip Hopman. Editado por Fondo de Cultura Económica.


Página del libro “Tío Lobo” de Roger Olmos.

Ilustrado Por Xosé Ballesteros. Editador por Editorial Ekaré.

En ambos libros podemos observar que la “caja” tipográfica se mezcla con la “caja” de ilustración, sin embargo y a diferencia de lo visto con el libro de Barney anteriormente no hay interferencia. Dicho de otra manera, las letras están sobre el fondo no sobre la acción o la figura principal.

Uno de los casos en donde suele haber desperdicio de la relación imagen-texto es en los libro de Plan-Lector. En estas publicaciones por lo general se encuentra una ilustración en tonos de grises (¡horror de los horrores! En muchos casos la ilustración no es realizada originalmente a blanco y negro sino a color y luego acondicionada a tonos de grises) y frente a ella el texto. Cuando el libro es para niños de jardín al menos se tiene la esperanza de encontrar las ilustraciones a color. La principal razón aducida para mantener este esquema de publicación son los costos. Sin embargo un libro que se puede comparar de alguna forma a un libro de Plan-Lector es la serie de libros de Lemony Snicket: “Una Serie de Catastróficas Desdichas”. Esta serie de libros se halla acompañada de ilustraciones realizadas a lápiz o carboncillo que intervienen el texto acomodándose a él y dando una apariencia más dinámica y atractiva al libro.



Izquierda: Página de: “Una serie de Catastróficas desdichas” de Lemony Snicket. Las Ilustraciones son de Brett Helquist. Publicado por Montena.

 Derecha: Página de “El Camino de las Siete Lunas”. Ilustraciones de Carlo Guillot. Publicado por Alfaguara.


Otro de los errores comúnmente cometidos es cuando se emplean al interior imágenes originales a color transformadas en tonos de grises.


Imágenes tomadas del libro: “El Imperio de las Cinco Lunas” de Celso Román. Las Ilustraciones son de Alekos. Publicado por Editorial Norma.


Por supuesto el caso de los libros de Plan-Lector merece un capítulo aparte en cuanto a su intencionalidad, diseños y objetivos. Cabe sin embargo mencionar que este tipo de libros no tienen como su prioridad la promoción de lectura sino la didactica. En muchos casos los libros no se hallan realizados para satisfacer las expectativas del lector en formación sino de los docentes y de las instituciones educativas. Por lo tanto se hallan plagados de finalidades aleccionadoras, valores, moralejas y enseñanzas.

Una de las mayores aberraciones consiste en disminuir, conforme aumenta la edad del lector, el número de ilustraciones incluidas dentro del texto (existe incluso una tabla estándar para ello). Aberración porque se termina confundiendo con la idea que el único buen lector es el lector alfabético cuando hay otros tres formatos de textos importantes: el texto oral, el texto multimedial, o multimodal, y el texto icónico.

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