El arte de preguntar (I)


Leer puede ser muchas cosas. Un acto de decodificación, una interacción entre el texto y el lenguaje o una transacción entre el lector y el texto (Quintana, H.E.;? (1)), esto dependerá de la posición teórica que tomemos. Esta decisión también afectara las actividades que realizamos antes, durante y después de la lectura.

La posición más arraigada aún en nuestra cultura rara vez dialoga con el lector y pretende reducir la lectura a una transferencia de conocimientos fácilmente comprobable a través de un cuestionario que convierte al texto en una serie de nombres, lugares y fechas. Lo que importa en este caso no es lo que interprete el lector sino unos cuantos datos. Conforme aumenta la edad del lector disminuye el diálogo que se tiene con él, ya que una vez dominado el código la interpretación ha de ser la misma.

Con el transcurso del tiempo sin embargo, la posición ha mudado poco a poco y se toma en cuenta los intereses del lector a la hora de elegir un texto. Sin embrago una vez leído la forma de explorar en él sigue siendo la misma: fechas, lugares, nombres, las motivaciones de unas cuantas acciones.

Se lee para vomitarlo todo después en un examen, diría Zuleta, y darle la bienvenida al olvido. Desde este punto de vista ni siquiera se lee para sí mismo, se lee para otro, se lee para dar cuenta, se lee para un informe. No hay lugar para el disfrute ni para el placer, tampoco para la inferencia ni la anticipación ni la intertextualidad ni la crítica. El texto es una unidad monolítica que traduce lo mismo para el habitante del imperio egipcio que para el arrojado explorador marciano. El mismo por toda la eternidad.

La lectura literal es tan sólo el primer nivel de lectura posible, de hecho es el más básico. Es aquel que se detiene en la exploración de la información puntual. A continuación nos encontramos con la lectura inferencial y/o intertextual, aquella que pone el conocimiento precio del lector en relación con otro tipo de textos, sean o no alfabéticos, así mismo permite establecer inferencias sobre las intencionalidades de los personajes, las situaciones y el autor, entre otros elementos disponibles en la lectura. Un niño de cinco años establece ya inferencias sobre el texto.

El tercer nivel de lectura sería el crítico. Aquí se pretende que el lector tenga una visión crítica de la obra, que no trague entero, que pueda alejarse o acercarse a ella, que la observe desde la distancia y la pueda descomponer tanto en lo argumental como afectivamente. Hay novelas que se odian por mal escritas hay otras que se odian por las posiciones políticas asumidas por el autor, están las que se aman en un momento determinado y luego se olvidan.

El papel del mediador de lectura es presentar el texto ante el lector en formación y luego acompañarlo en su labor de preguntar.
(1) Quintana, H.E. en http://www.psicopedagogia.com/articulos/?articulo=394 revisado el 8 de febrero de 2008.

Comentarios

  1. Tal vez se deba acotar que hay tantas clases de lectura como estudiosos del tema, pero me parece que revalidas a todos.

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  2. Diego Fernando Marín.
    Te felicito por tu artículo" El arte de preguntar (1)"
    Abordas aspectos académicos en un lenguaje claro y accesible.
    Saludos cordiales.
    Humberto Cueva
    http://humbertocueva.wordpress.com

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