Bibliotecas IV (Bibliotecas escolares II)

Pensar una biblioteca escolar exige ir más allá de considerar a los estudiantes como sus únicos posibles usuarios para adentrarse en el concepto de comunidad educativa. Es ahí cuando aparecen actores tan importantes como los docentes, el personal administrativo, los padres de familia y el personal tanto de apoyo logístico como técnico. Así mismo se plantea el uso de formatos diferentes como los DVD, los textos electrónicos, los cedes de audio, etc. que acompañen al uso de impresos en su misión de suministrar los primeros accesos organizados a la cultura local y universal.
El cambio de paradigma que exige este planteamiento no es pequeño. Se trata de considerar todos los procesos de la biblioteca escolar de lo pasivo a lo activo, puesto que de un camino hacia el conocimiento (que se considera generado tan sólo dentro de las aulas de clase) la biblioteca se convierte en el corazón pedagógico de las instituciones educativas. Veamos a que nos referimos con esto.
En el siglo anterior la biblioteca escolar era un espacio reservado al material investigativo considerado pertinente para el estudiante y asiento de unas cuantas obras literarias “catalogadas” (el catalogo se hacía partiendo de prejuicios del bibliotecario de turno) como oportunas o no, dependiendo de la edad y las responsabilidades asumidas por los estudiantes. En algunos casos incluso existían obras literarias prohibidas observables tan sólo bajo una supervisión moral adecuada. Con el paso del tiempo se fue convirtiendo en una institución adocenada que sólo servía para dar respuesta a una serie de interrogantes planteado por el docente hacia los alumnos generando en ellos una mera posición pasiva y preservando, de paso, en los docentes su costumbre avaluativa.
Sin embargo la biblioteca escolar tiene una función más allá de lo académico buscando formar en la curiosidad y lo investigativo, en el goce por la lectura y en la posibilidad de lo sorprendente. Para esto exige tener una colección variada que vaya más allá de los gustos de los docentes y se cuestione acerca de los posibles intereses de los alumnos, incluso ellos mismos deben hacer parte del proceso de cambio de la biblioteca sugiriendo, reflexionando, criticando, interviniendo. Tener en cuenta tan sólo la posición de los alumnos empero es relegar cualquier posibilidad que tenga la biblioteca de promocionar la lectura, la investigación y el análisis crítico entre los demás integrantes del universo educativo, olvidar que la escuela es un reflejo en pequeño de la sociedad en la que estamos inmersos. Hacerlo de otra forma sería seguir considerando la verticalidad de las relaciones como la única posibilidad de las instituciones educativas en tanto todas las reformas educativas conllevan a considerar el dialogo constante de manera permanente como el vehículo generador de conocimiento por excelencia.
Este modelo también nos lleva a preguntar sobre el papel del educador en el proceso educativo por supuesto, pensándolo como un sujeto dinámico en su aprendizaje y su labor y no más ya como un producto terminado que guarda en sus arcas todo el conocimiento del mundo y con el que no se puede discutir.
(Continua…)

Comentarios

  1. Estimado Diego
    excelente nota..!!!
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