El Dragón ayer.


Para las religiones primigenias la serpiente tenía características divinas porque renacía constantemente al mudar su piel, por esa razón se la asociaba con la luna y a ambas con la idea de eternidad. Por esa razón gran parte de las divinidades paganas estaban asociadas a la luna o tenían una media luna en la cabeza.
Con el advenimiento del cristianismo se demonizó la idea de la serpiente (es característico en un choque cultural que la cultura vencedora absorba o satanice la religión de los vencidos) que pasó a simbolizar lo malo. La más grande de las serpientes es el dragón.
El dragón como símbolo sin embargo va más allá del mal, se trata de una fuerza de la naturaleza que encierra el poder de los elementos en una sola criatura. Es una bestia feroz e inexpugnable que exige ser vencida. La mayor parte de los caballeros y héroes de la antigüedad tarde o temprano vencían un dragón y, sobre todo, lo que él representaba.
Vencer un dragón es para el héroe fantástico la más grande de las hazañas, por eso el dragón ha de ser gigantesco y feroz, no por lo que es sino por lo que encierra en sí mismo. Al vencer al dragón el héroe se vence a sí mismo y vence a la naturaleza indómita y, más importante, transmite el mensaje al lector que todo puede ser vencido, que cualquier obstáculo puede ser vencido por aquel que tiene valor y el corazón limpio. No hay nada de satánico en esa idea. San Jorge mismo venció un dragón.

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